jueves, 14 de agosto de 2008

Política y Juventud


“Se puede decir que la verdadera significación
de los muchachos de esa generación (la del 28)
es que ellos inventaron la política. La inventaron
en el momento y sobre todo, la inventaron y desarrollaron
para las generaciones posteriores
(Manuel Caballero,
Las Crisis de la Venezuela Contemporánea,
Monteávila Editores, p.46) ”

En nuestra historia tenemos algunos ejemplos de la fuerza, del dinamismo que es capaz de generar un grupo de jóvenes cuando se unen para asumir la responsabilidad política que tienen frente al país. Eso hicieron los muchachos de la generación del 28, y participaron decisivamente en la instauración de la democracia en Venezuela.

Hoy hace falta un compromiso serio con el país. Nuestra juventud busca con afán reaccionar ante unas condiciones sociales y económicas que alejan a la persona del genuino desarrollo humano, pero esa reacción aún está por producirse. Para que ocurra lo primero es crear conciencia de generación: el bien común es responsabilidad de todos y sólo con todos es posible realizarlo. Lo segundo es entender que no habrá mañana sin sacrificios, que no habrá un orden social justo sin generosidad personal.

El verdadero compromiso está en hacernos responsables de la política venezolana; nuestros esfuerzos tienen que orientarse a crear nuevas alternativas de participación, a desechar la falsa premisa según la cual la política es algo indigno de ejercer, y a mirar la política como lo que es: una vocación de servicio.

Para que un país encuentre un rumbo seguro es necesario que muchos hombres y mujeres se dediquen sincera y desinteresadamente a la búsqueda del bien común y no a la búsqueda desordenada del bien individual; es decir, que un grupo de personas haga vida política.

Y esas personas tienen que formarse desde la juventud para hacer vida política. En el momento mismo de su elección profesional, los jóvenes deben acudir al encuentro del servicio político que Venezuela está pidiendo, el cual representa un camino difícil, lleno de sacrificios; en realidad una tarea nada fácil, que sin embargo asegura, como toda forma de servicio, un cúmulo de satisfacciones.

Hacer ver a los estudiantes las realidades que estamos viviendo y sus posibles consecuencias, lograr que los jóvenes adviertan la obligación que tienen de ocuparse en la vida pública, hacer que la juventud viva la responsabilidad que tiene con el futuro, son aspectos fundamentales que debemos inculcar en nuestra formación.

Si nos comprometemos con estas directrices vitales y nos percatamos de que buena parte de la solución depende de nosotros, de la necesidad de buscar qué hacer y cómo hacerlo, habremos dado un paso adelante en la reconstrucción del país. Lo demás, la Venezuela que queremos, más humana, es cuestión de tiempo y de perseverancia.

Es hora de despertar. No sólo porque sintamos amenazados nuestros derechos y libertades, sino porque la tarea política, la búsqueda del bien para los demás, es la única vía a través de la cual podemos construir un orden social fundado en los pilares de la libertad, la verdad, el amor y la justicia.

La participación política más que un derecho es un deber inexcusable. Hoy los jóvenes tenemos que ver la política con sentido del deber, sin titubeos. Mientras más tiempo nos tardemos en tomar la decisión, más costará rehacer a Venezuela. La lucha es aquí y ahora.

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